domingo, 3 de febrero de 2008
Capítulo 2: Un brote de esperanza
Dicen que la esperanza es lo último que se pierda, y más cierto me parece tal y como vivimos la reacción del grupo de amigos de Tino.
Habían pasado 3 días tras la desaparición de Tino, cuanod la Guardia Local entró en la tienda de los padres para tratar con ellos. informó que las búsquedas realizadas no fueron positivas, y los rastreos por la zona fueron nulas totalmente. Habían sido 3 días de intensa búsqueda y quizás la manera de no quererse pillar los dedos, hicieron inciso de insunuar la posible muerte de Tino, planteando como duda su posible suicidio o accidente en el agua, donde una corriente pudiera haberlo arrastrado.
Es cierto que Tino solía ir a ver el mar. Le gustaba. Su mayor pasión era pasear (a veces solo, a veces con su novia) por la playa, el muelle pesquero, y seguir un rumbo hacia la calle principal de la ciudad, una calle tremendamente grande y amplia, puesto que el centro de la misma no era una calzada, sino un surco de agua marítima que permitía a los barcos llegar a la misma plaza de Abastos. Una estructura preciosa. La calle de la Mar, era su nombre.
No sabía yo que tal amiga suya fuese novia, teniendo relación amorosa con él. No supe nada hasta que tras comentar por la ciudad el informe de la policía, corrí a encontrarme en la plaza Mayor con nuestro grupo de amigos. Teníamos el problema de no saber mucho en cuanto a vida personal e íntima de Tino, pero teníamos que hacer algo.
En la plaza estábamos los de siempre. El hermano de Tino, de nombre Mateo, era un muchacho joven, de estatura alta, un poco flaco para su edad y pelo alborotado. Físicamente tenía mucho parecido con su hermano. Se le veía dolido y triste. Hablando estaba con Rosita, su novia que hasta ese momento no supe, como ya he dicho, tal relación. Me impactó porque descubrí que Tino guardaba muchas sorpresas. Rosita era una chica morena, ojos claros y color de piel no muy oscuro.
Jaime, por otro lado, un chico pecoso, pelirrojo no muy intenso pero piel sí bastante clara, hablaba conmigo contándome lo cierto que era el rumor sobre el informe de la Guarda Local.
Tras críticas y demás, Rosita alzó la voz, dirigiéndose a todos impetuosamente:
- Tengo el presentimiento de que volveremos a verlo. Segurísimo. Mirad, dejó una nota. Todos lo vimos, seguro que era una pista, últimamente estaba jugando conmigo a las adivinanzas, me da que pensar, pero los nervios no me dejan ni hacerlo...
Fue entonces cuando, nos contó que el día anterior a la desaparición, él se le declaró y le pidió su amor, y ella, que estaba enamorada de él, dijo un sí rotundo. Pasearon toda la noche y se sentaron a ver las estrellas en una gran piedra oscura en una de las paredes del muelle, un sitio misterioso donde nunca había estado. Quién sabe si los mismos pescadores lo sabían.
Aquello, fue la fuente de esperanza que nos iluminó. Todos coincidimos y pensamos tomar cartas en el asunto. No podíamos darlo por perdido, no. A nuestro amigo no.
- Rosita... ¿puedes llevarnos a ese lugar donde estuviste con él? Quizás encontremos algo.
Habían pasado 3 días tras la desaparición de Tino, cuanod la Guardia Local entró en la tienda de los padres para tratar con ellos. informó que las búsquedas realizadas no fueron positivas, y los rastreos por la zona fueron nulas totalmente. Habían sido 3 días de intensa búsqueda y quizás la manera de no quererse pillar los dedos, hicieron inciso de insunuar la posible muerte de Tino, planteando como duda su posible suicidio o accidente en el agua, donde una corriente pudiera haberlo arrastrado.
Es cierto que Tino solía ir a ver el mar. Le gustaba. Su mayor pasión era pasear (a veces solo, a veces con su novia) por la playa, el muelle pesquero, y seguir un rumbo hacia la calle principal de la ciudad, una calle tremendamente grande y amplia, puesto que el centro de la misma no era una calzada, sino un surco de agua marítima que permitía a los barcos llegar a la misma plaza de Abastos. Una estructura preciosa. La calle de la Mar, era su nombre.
No sabía yo que tal amiga suya fuese novia, teniendo relación amorosa con él. No supe nada hasta que tras comentar por la ciudad el informe de la policía, corrí a encontrarme en la plaza Mayor con nuestro grupo de amigos. Teníamos el problema de no saber mucho en cuanto a vida personal e íntima de Tino, pero teníamos que hacer algo.
En la plaza estábamos los de siempre. El hermano de Tino, de nombre Mateo, era un muchacho joven, de estatura alta, un poco flaco para su edad y pelo alborotado. Físicamente tenía mucho parecido con su hermano. Se le veía dolido y triste. Hablando estaba con Rosita, su novia que hasta ese momento no supe, como ya he dicho, tal relación. Me impactó porque descubrí que Tino guardaba muchas sorpresas. Rosita era una chica morena, ojos claros y color de piel no muy oscuro.
Jaime, por otro lado, un chico pecoso, pelirrojo no muy intenso pero piel sí bastante clara, hablaba conmigo contándome lo cierto que era el rumor sobre el informe de la Guarda Local.
Tras críticas y demás, Rosita alzó la voz, dirigiéndose a todos impetuosamente:
- Tengo el presentimiento de que volveremos a verlo. Segurísimo. Mirad, dejó una nota. Todos lo vimos, seguro que era una pista, últimamente estaba jugando conmigo a las adivinanzas, me da que pensar, pero los nervios no me dejan ni hacerlo...
Fue entonces cuando, nos contó que el día anterior a la desaparición, él se le declaró y le pidió su amor, y ella, que estaba enamorada de él, dijo un sí rotundo. Pasearon toda la noche y se sentaron a ver las estrellas en una gran piedra oscura en una de las paredes del muelle, un sitio misterioso donde nunca había estado. Quién sabe si los mismos pescadores lo sabían.
Aquello, fue la fuente de esperanza que nos iluminó. Todos coincidimos y pensamos tomar cartas en el asunto. No podíamos darlo por perdido, no. A nuestro amigo no.
- Rosita... ¿puedes llevarnos a ese lugar donde estuviste con él? Quizás encontremos algo.