domingo, 27 de enero de 2008

Capítulo 1: Un viaje a ninguna parte.

En el día a día uno tiene una mentalidad que es imposible de cambiar. Son muchos aquellos los cuentos que leemos de pequeños, son muchas las historias que se inventan los escritores y que, más tarde, reproducirán directores de cine en la gran pantalla.

Mi nombre, no importa. Sólo estoy aquí porque voy a contaros algo. Voy a contaros lo que le pasó a un amigo mío. Y no hay historia más cierta que esta. Supongo que Tino, mi mejor amigo, nunca pensó, ni jamás se imaginó que le iba a pasar lo que le pasó aquel día...


Mi amigo Tino era un tipo corriente. Aquel que pasaba por desapercibido en cualquier sitio, aquel que le gustaba estar callado, atento y pensativo. Sobre su vida, los que lo conocen saben poco, para eso no era muy hablador. Sólo se animaba a hablar con todos para debatir y hablar de cualquier tema, sobre todo, para mostrar su mayor pasión: contar historias.

Sí, era un amante de las historias, y no contaba historias leídas ni escuchadas, no, contaba historias creadas por él, tenía una gran imaginación, y es por eso que siempre se llevaba muy bien con todos los jóvenes y niños pequeños de la ciudad, le encantaba ir por las plazoletas los fines de semana para divertir a los pequeños con sus historias. Un día, no apareció en la plaza Mayor. Tampoco en la de su barrio, ni en ninguna otra plazoleta de la ciudad. Los que le conocían no lo vieron ese día por ningún lugar de tertulias, ni en su casa daba señales de estancia. Desde ese día, nadie sabe nada de él.

Por otro lado, era un chaval demasiado inteligente. Sacaba de muchos líos a los que le rodeaban y conseguía hacer cálculos increíbles.

A sus 20 años, él trabajaba con su padre por las mañanas en la tienda de la familia. Estaba en excelente forma física e incluso se hablaba con una pequeña amiga. Nadie supo qué fué de él.

Sólo encontraron, a los 2 días de su desaparición, una nota bajo la almohada de su cama. Se trataba de una pequeña nota metida en un sobre pequeño. Su madre la encontró, sin imaginarse cómo no haberla podido ver antes...

Todos los seres que añoraban a Tino, pudieron ver lo que, con su letra, estaba escrito en esa nota:


"Perdonad que me vaya sin avisar. Me voy a ninguna parte.
Nos veremos cuando la luna se meta en el sol"


El misterio que guardaba su nota era la gran pregunta para toda una ciudad que se enterneció ante la desaparición de Tino.
Publicado por Alberto Montero en 12:09 |  

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